014. POBLACIÓN DE FAMORCA. CENSOS (2)

A PARTIR DE 1923

FAMORCA1923192419251926192719281929
Pob. de hecho224224228227230224224
  Hombres110106108
Mujeres114118120
Pob. de derecho237238 (l)243243246241241
Hombres119116119
Mujeres118122124
Familias80
FAMORCA1930193119321933193419351936
Pob. hecho   225229230229223213200
Hombres117122120114105100
Mujeres108108109109108100
Pob derecho248 (m)248247251245215211
Hombres133133133127105104
Mujeres115114118118110107

FAMORCA
1937193819391940194519461947
Pob. hecho   216226221221189223215
Hombres10711511310791110104
Mujeres10911110811498113111
Pob. derecho218228223226 (n)194225201
Hombres 10711511311295111108
Mujeres11111311011499114112

(l) En otro Censo de este mismo año aparecen 237 habitantes en vez de 238.

(m) De esta población, había 220 presentes más 5 transeúntes, total 208 de hecho. Los de derecho eran los 220 más 28 ausentes.

(n) En otro documento del Censo de este mismo año se cita como población de hecho 222 habitantes.

CENSOS DE LOS PUEBLOS DEL VALLE Y ALREDEDORES


1930 (o)1940194519501960 (q)1965
Famorca225221 (s)189186186 (p)
200
175
Fageca263257251227
247
227
Tollos206198192148
178
145
Quatretondeta443437437439394
421
366
Benimassot287230248221
230
189
Balones322298303293
300
280
Gorga533522488445
503
Castell de Castells118610461046977828
827
-Los datos son de población de hecho, salvo si se dice otra cosa.

(o) Otros datos de documentos diferentes al Censo asignan 170 habitantes a Tollos, 396 habitantes a Quatretondeta, 323 habitantes a Balones y 496 habitantes a Gorga.(p) Población de hecho: 186 (84 hombres y 102 mujeres). Población de derecho: 200 (90 hombres y 110 mujeres)

(q) El primer número es la población de hecho y el segundo, la población de derecho.

(r) Población de hecho: 170 (76 hombres y 94 mujeres). Población de derecho: 170 (76 hombres y 94 mujeres). Había una mujer ausente y otra mujer transeúnte.

(s) Según unas fuentes había 68 cabezas de familia y, según otras, había 73.

hecho/derecho1970  (q)1975  (q)19801981  (q)1984(w)1986(q)
FamorcaPob. hecho/Pob.derecho170
  170  (r)
164
157
154126
126 (t)
 123  80
79 (u)
Fageca232
233
200
200
178
178
174174
Tollos112
113
66
66
  6449
49
47(v)54
46
Quatretondeta284
292
269
269
254255
266
253227
228
Benimassot157
157
119
119
119113
115
116112
109
Balones242
251
219
219
208203
204
199175
175
Gorga354
366
328
328
320
323
316295
302
Castell de Castells797
797
734
734
695
695
676585
598

(t) De la población de derecho: 55 hombres y 71 mujeres.

(u) De la población de derecho: 35 hombres y 44 mujeres. En 1986, de la población de derecho, que son 79, había 23 solteros, 39 casados y 17 viudos.Hay 38 núcleos familiares. En 18 de éstos viven ambos cónyuges y en 16 hay hijos.Hay 14 hogares de una persona, 13 de dos, 6 de tres, 4 de cuatro y 1 de cinco personas.

(v) En 1985, 48 habitantes.

(w) Es un dato del Censo a 31-3-84.

199019911992199319941995
Famorca
Pob. hecho
Pob.derecho  Hombres  Mujeres

 81
78 
 70  
32  
38  (y)
81
 69
33
36 (z)

 67
 32
 35
   –
67
32 
35

66
31
35
Fageca146137(b)137139132137
Tollos4241383642
Quatretondeta200196192192191
Benimassot118118115113108
Balones152154155158168
Gorga291291291289285
Castell de Castells598532 (a)527516523510
-Estos datos se refieren a población de derecho si no se dice lo contrario.

(y) De los 70 habitantes de derecho, hay 66 españoles y 4 extranjeros: (19 solteros, 36 casados, 14 viudos y un separado).

La población de 1991 según la “Gran Enciclopedia Valenciana” (1991) es de 78 habitantes.

(z) La población es de 81 habitantes según el “Diccionario Histórico de la Comunidad Valenciana”.Alicante. 1992.(a) Según otras fuentes: 529

(b) Según otras fuentes: Fageca, 142 de población hecho. Según otras fuentes, 139.

CUADROS DE EDAD. PADRÓN DE 1986

Población de derecho: 79

Edad56 9111317202223282930
Hom111111111
Muj111
31343536384142435051535455
111114
1121111111
56586061626364656667686970
1112111
32221123
757677788081828385868990
1211121
231212111

61 nacidos en el municipio
15 nacidos en la Comunidad Valenciana, pero en otro pueblo
2 del resto de España
1 extranjero.

ANÁLISIS

Centrándonos sólo en el pueblo de Famorca, vemos que en 1528 había 12 familias de moriscos que se fueron manteniendo durante el siglo XVI (vemos que en 1563 había 11 familias) y, a partir de ahí empezó acrecer la población hasta duplicarse.

En Famorca nos encontramos con 26 familias en 1602 y 31 en 1609, cuando la expulsión.

De los núcleos de población que todavía hoy están habitados, Famorca fue el único que perdió a toda su población con la expulsión de 1609.


Durante todo el siglo XVII la población fue oscilando entre 5 y 7 familias.

En 1712, el número de familias ya había subido a 10, con 51 habitantes, para llegar a más de 30 familias a fines del siglo XVIII y llegar a casi 80 familias a finales del siglo XIX.

En el siglo XVIII nos encontramos con 45 habitantes y 10 familias en 1713, y vemos que hasta 1770 la población varió poco, ya que en 1770 había 11 familias y 50 habitantes.


Desde 1771 vemos que aumenta espectacularmente la población, hasta encontrarnos en 1783 con 15 familias y en 1790 con 30 familias. Luego siguió aumentando la población y vemos que en 1825 hay 39 familias y en 1833 hay 48 familias.


Hasta 1845 se frenó el ascenso e incluso disminuyó un poco: 45 familias en 1845, pero, a partir de entonces, creció de golpe para llegar en 1860 a 63 familias y 284 habitantes, y en 1877 habría unas 66 familias y 312 habitantes, que es el máximo de población que llegó a tener Famorca en su historia.

Luego, la población fue disminuyendo, debido a la emigración, bajando hasta 265 habitantes en 1885. En 1885, más del 10% de la población estaba ausente

A partir de 1900 vemos que hay mucho desequilibrio entre la población de hecho y la de derecho. En 1910 había 235 habitantes de hecho y 307 de derecho, y 78 familias, que es el mayor número de familias que ha habido.

A partir de entonces, empezó a bajar también la población de derecho. En 1920 había 244 habitantes de hecho y 255 de derecho, en 1923, 224 de hecho y 237 de derecho, y hasta 1934 se mantuvo en términos parecidos.


De 1934 a 1935 se perdieron 20 habitantes de hecho y 30 de derecho, y de 1935 a 1936, se perdieron 13 de hecho y 4 de derecho. Con la Guerra Civil, hubo gente que volvió al pueblo, debido a las dificultades de abastecimiento de alimentos, así vemos que en 1937 aumentó la población de hecho en 16 habitantes y en 1938 en 10 habitantes.


La población en 1940 era de 221 habitantes, y más o menos se mantuvo así hasta 1947, en que había 215 habitantes. De 1947 a 1950 se bajó a 186 habitantes, pero en 1960 se mantenía la población en 186.


Después, fue un goteo continuo de pérdida de población. Había 175 habitantes en 1965, 170 en 1970, 164 en 1975….. y en 1981, 126 habitantes, y en 1986 se quedó en 80 habitantes. Sólo en la década desde el 75 hasta el 85, se perdió más de la mitad de la población.

Desde 1986 la población se ha estabilizado, aunque sigue disminuyendo lentamente, debido a la elevada edad de los habitantes, lo que hace que el número de defunciones sea superior al de nacimientos y llegada de nuevos vecinos.

Hasta 1913, en que le tomó el relevo Tollos, Famorca siempre fue el pueblo que menos habitantes tenía de todo el valle.

En el resto del valle la pérdida de población desde 1860-1870 también ha sido terrible. Viendo ahora los pueblos, cuesta imaginarse la situación cuando Quatretondeta tenía 665 habitantes, o cuando todos los demás pueblos, excepto Famorca, tenían más de 400 habitantes.


Otra cosa curiosa es ver que desde 1787, en que comenzamos a tener datos, hay muchos más hombres que mujeres. No encuentro lógica tanta desproporción, pero en cada censo se repite el desequilibrio.

PORCENTAJES DE PÉRDIDA DE POBLACIÓN

Entre 1910 y 2017, Famorca ha perdido el 81% de su población.

Entre 1960 y 2017, Famorca ha perdido el 71% de su población

Entre el año 2000 y 2017, Famorca ha perdido el 10% de su población

La década comprendida entre 1975 y 1986 fue terrible, se perdió el 51% de la población

La perdida de población entre 1986 y 2010 fue del 57%

PÉRDIDA DE POBLACIÓN EN TANTOS POR CIENTO, EN DIFERENTES PERÍODOS

Períodos :1860- 19951930-19951975-19951930- 19401940- 19501950- 19601960- 19751975-19861986- 1995
Famorca-79%-71%-60%-2%-16%  =-12%-51%-18%
Fageca-69%-48%-32%-2%-2%-10%-12%-23%-12%
Tollos-90%-80%-36%-4%-3%-23%-55%-18%-22%
Quatretondeta-71%-57%-29%-1% =-10%-32%-16%-16%
Benimassot-75%-62%-9%-20%+8%-11%-46%-6%-4%
Balones-61%-48%-23%-7%+2%-3%-25%-20%-4%
Gorga-72%-47%-13%-2%-7%-9%-27%-10%-3%
Castell de C.-63%-57%-31%-12%-7%-15%-11%-20%-13%

CENSO DE 2018

En 2018, el censo de Famorca era de 53 habitantes.

De los 45 habitantes censados, sólo viven en el pueblo 27 personas
A 1 de enero de 2024, 45 habitantes censados: 24 hombres y 21 mujeres

ÚLTIMOS CENSOS DE FAMORCA

PoblaciónHombres Mujeres
2000633033
2005632934
2010381721
2011623131
2012593128
2013512625
2014522527
2015522626
2016582929
2017573027
2018532924
2019472423
2020452421

ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN

Tal y como indica el libro de «La población de Alicante» del BBVA,con datos de 2007, «Famorca encabeza el listado de los pueblos más envejecidos de la provincia de Alicante: el porcentaje de mayores de 65 años es del 49,7%».

Este mismo libro de «La población de Alicante» del BBVA,con datos de 2007 muestra cómo Famorca en el año 1900 era el séptimo pueblo menos poblado de la provincia y en 2007 era el primero menos poblado:

ARTÍCULO DE CARLOS CORTÉS. 1

1. Carlos Cortés Samper, en «Los municipios rurales de la Vall de Seta» (2016) analiza la población de la Vall de Seta

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6274398

“La población del valle suma tan sólo 562 habitantes según el Padrón de 2015, configurando uno de los espacios más despoblados de la provincia (…) Analizando la evolución de la población de los municipios estudiados, cabe decir que es significativa la pérdida de habitantes desde mediados del siglo XIX. Aunque durante el siglo XIX se dan algunos periodos de recuperación, posiblemente tras los descensos producidos por las epidemias de cólera de 1834, 1854 o 1865, llegando a su máximo histórico a mediados de siglo (GOZÁLVEZ, 2004: 143-146). Por otro lado, cabe decir que la población de hecho descendió de forma significativa por la intensificación de la emigración hacia otros lugares. Por un lado, hacia el entorno industrial cercano de Alcoy, como ocurrió con otros municipios del interior norte de Alicante, donde la población tras la mecanización de la industria en Alcoy y la finalización del sistema de producción deslocalizado “putting- out system”, se desplazo como mano de obra a esa ciudad (PÉREZ, 1997:45-49). Por otro, por la tradición emigratoria de algunos municipios alicantinos con destinos como Argelia para trabajar en la agricultura (BONMATÍ, 1989) o hacia Estados Unidos (MORELL, 2012)».

Es ya entrado el siglo XX cuando se produce la gran pérdida de habitantes, que poco a poco, e intensificándose durante la década de los años sesenta originó el despoblamiento de todo el valle. Entre los periodos más destacados destacarían algunos por su mayor significado:

– Una primera pérdida de población a partir de la segunda década del siglo XX que llega hasta los años 60. Donde las pérdidas son importantes, pero nada comparables a las ocurridas en el siguiente periodo. En esta primera parte del siglo cabe destacar diversos factores, como los traslados hacia Alcoy por la importancia de las industrias y la Guerra Civil y la posguerra como periodos de freno a la emigración.


– En el siguiente periodo fue cuando se produjo una verdadera “sangría demográfica” por la acentuación del éxodo rural durante el periodo 1960-1990. Es en este periodo cuando, coincidiendo con la gran éxodo rural ocurrido en España, se produce la despoblación del valle con fuertes tasas anuales de variación con pérdidas del 1,2%. En este largo periodo, deben considerarse además el descenso de natalidad a finales de los años setenta y el progresivo envejecimiento de la población.

– Por último cabe mencionar un periodo de estancamiento iniciado en 1990 y que se prolongó hasta 2001, y, posteriormente y hasta la actualidad, una pérdida de población durante los últimos años. En la década de los noventa se detecta un estancamiento de las pérdidas, no sólo en el valle sino también en otras zonas de la “Montaña de Alicante”, este proceso se ha dado por el agotamiento de efectivos que pueden emigrar, y por el ya evidente envejecimiento de la población de los municipios del valle.

(…) En definitiva, todos los municipios de la Vall de Seta están entre los diez municipios menos poblados de la provincia de Alicante (…) Otros factores a considerar desde el punto de vista demográfico, y que pueden ayudar a contextualizar el ámbito geográfico de estudio, son la consideración de la densidad demográfica y el envejecimiento de la población. Para el primer factor, y considerando la baja densidad de población para el conjunto de municipios analizados, que para el año 2015 fue de 8 habitantes/km2, puede afirmarse que la Vall de Seta es un territorio despoblado. Dicha afirmación se confirma si se compara ese valor considerando los parámetros utilizados por la OCDE para considerar a un territorio como desertizado. Si este organismo establece que un territorio puede considerarse como desertizado con un valor de densidad inferior a 9 hab/km2, entonces la Vall de Seta puede considerarse, desde un punto de vista demográfico como un espacio desertizado. En cuanto al envejecimiento de la población, durante los últimos años, en el conjunto de municipios de la Vall de Seta, son significativas las tasas de envejecimiento, factor que es clave desde un punto de vista social para entender la vida de sus habitantes (…) Si se consideran las tasas de envejecimiento junto a la baja densidad demográfica podemos concluir que los municipios han entrado en una clara fase de agotamiento demográfico, reforzado este por los saldos naturales negativos. En cuanto a la estructura de la población del conjunto de municipios analizados, y considerando el fuerte envejecimiento de la población, podemos suponer una estructura demográfica fuertemente desestabilizada.

(…) Por tanto, y de cara a un futuro próximo, por la escasa densidad demográfica, y por la estructura demográfica tan desestructurada, es imposible mantener una actividad económica, si se cierra el circulo vicioso, donde cada vez más la población estará envejecida, y por tanto la ausencia de personas influirá en la ausencia de servicios, y consecuentemente la falta de servicios hace que la población no se sienta atraída por un ámbito territorial con estas características. Asimismo, en la Vall de Seta, el flujo de inmigrantes extranjeros es poco importante, 54 personas en 2015, donde las nacionalidades más representadas fueron la británica y la alemana, sobre todo en los municipios de Balones y Benimassot. Pero en comparación con otras zonas de la provincia, donde se han producido llegadas masivas de ciudadanos del norte de Europa, estás cifras son relativamente poco importantes.

Conclusiones:

– Los municipios de la Vall de Seta se encuentran en una situación crítica a nivel demográfico, ya que la ausencia de niños y jóvenes condicionará el futuro a medio y largo plazo, al no producirse relevo generacional. Por las primeras indagaciones, y a falta de confirmar, se producen sobre registros en las cifras oficiales, bien por cuestiones relacionadas con el voto, bien por una cuestión social por mantener el vínculo con el municipio de origen.

– La actividad económica es muy escasa y se encuentra prácticamente desmantelada, salvo algunas actividades relacionadas con la agricultura de secano y la actividad turística vinculada a una pequeña oferta de alojamiento que sufre una fuerte estacionalidad en puentes y festivos. Asimismo, y de forma puntual destaca la existencia de negocios puntuales relacionados con el sector servicios, como una residencia para la tercera edad, las farmacias (habitualmente regentadas por personas foráneas que se desplazan algunos días para abrir) y algunos comercios itinerantes que recorren los municipios del valle.

– La relativa cercanía a las cabeceras comarcales (Alcoy, Cocentaina, Muro de Alcoy), hace que los vínculos con estas poblaciones sean muy directos, y los traslados sean aún frecuentes, bien por temas médicos, bien por temas administrativos o para realizar compras. En este punto, la apertura del tramo de la autovía A-7 que pasa por la comarca ha facilitado también la accesibilidad y conectividad”.

ARTÍCULO DE CARLOS CORTÉS. 2

2. Carlos Cortés Samper, en “Recuperación demográfica en los municipios rurales de la “Montaña de Alicante”. Nuevas tendencias en una población fuertemente envejecida” (2005) continúa con su análisis:

“Durante el siglo XX, el éxodo rural ha sido el proceso que ha caracterizado el comportamiento demográfico de este conjunto de municipios. Las causas para entender este proceso se deben, sobre todo, a la crisis agraria general y la consecuente búsqueda de alternativas, causa del intenso despoblamiento (GOZÁLVEZ, 1972: 43). En el ámbito de la Montaña de Alicante destaca una doble influencia sobre su emigración, por un lado la ejercida por la actividad industrial textil desarrollada en Alcoy y que, por sus necesidades de mano de obra durante la primera mitad del siglo XX, determinó la creación de flujos migratorios desde los municipios rurales cercanos (PÉREZ, 1997: 51). Por otro, el desarrollo económico turístico más tardío del litoral de la provincia de Alicante, también supuso la creación de flujos emigratorios desde los municipios del interior próximos a las franjas litorales debido a la oferta de empleos generados por la explotación turística”.

“Aunque el despoblamiento es continuado en el área rural estudiada, se puede hablar de tres fases en cuanto al comportamiento demográfico en el ámbito de la “Montaña de Alicante”:
– Una primera fase comprende desde 1900 hasta 1950, donde las pérdidas son continuas, en torno al -4% para cada uno de los intercensales.
-La segunda abarca el periodo 1950-1991, en el que se produce una pérdida acentuada de habitantes, con valores superiores a -10% en períodos decenales; son muy significativas las pérdidas durante los intercensales 1960-1970 y 1971-1981, cuando se pierde hasta un -14 y un -16% de la población de esta área rural.
– La tercera fase queda limitada al último intercensal, cuando se produce un destacado freno en las pérdidas. Así durante el periodo 1991-2001 tan sólo se ha producido una variación del -0,2%”.

“La variación durante la última década, si bien continúa siendo negativa, ha supuesto un cambio de tendencia respecto a las pérdidas de los intercensales anteriores y supone el punto de partida para analizar las causas y las nuevas dinámicas que se están produciendo en la actualidad. La situación de crisis demográfica (MATARREDONA, 1996: 41-60), parece que deja paso a un estancamiento de las pérdidas, aunque este es reflejo de un doble comportamiento, en el que unos municipios recuperan población y otros continúan con pérdidas, pero menos significativas que en épocas anteriores”

Y más adelante habla del envejecimiento de la población:   

“Las causas de las altas tasas de envejecimiento en la comarca son las siguientes:

– El proceso de éxodo rural ocurrido durante todo el siglo XX ha influido para que en los municipios objeto de estudio se produjese un fuerte éxodo rural de la población más joven, quedando paulatinamente los grupos de población más envejecidos. La población emigraba por el atractivo que suponían las posibilidades económicas que ofrecían las cabeceras comarcales o las comarcas vecinas, como ocurrió, por ejemplo, hacia el eje urbano industrial de Alcoy-Cocentaina- Muro (proceso iniciado en Alcoy y que posteriormente se difundió por el resto de los municipios). El factor inicial que mayor repercusión tuvo en el medio rural fue el paso desde un proceso productivo descentralizado, en el cual muchas fases productivas eran realizadas por el campesinado en municipios cercanos, al modelo fabril centralizado en las cabeceras comarcales. De este modo, dos son los factores que explican el despoblamiento: la crisis agraria y el desarrollo industrial en las ciudades. Procesos que se iniciaron en el siglo XIX, pero que continuaron durante la primera mitad del s. XX y al que sucedieron nuevas pérdidas demográficas, sobre todo a partir de 1950 y hasta bien entrada la década de los ochenta, fruto de las oportunidades que se crearon en las cabeceras comarcales y por la escasez de alternativas en el medio rural. Por otro lado, no debe olvidarse que existen otros municipios que quedan fuera de esta influencia, como son los municipios de las Marinas, en los que la atracción ejercida por el desarrollo económico del litoral de la provincia de Alicante fue mucho más tardía y responde a otra realidad totalmente distinta a la expuesta anteriormente. En definitiva todos estos procesos redundaron en un fuerte despoblamiento hacia áreas cercanas pero mucho más dinámicas.

– Las poblaciones cada vez más envejecidas han ido reduciendo sus tasas de natalidad por el importante descenso de los grupos de población en edad de procrear, especialmente desde los años cincuenta del siglo XX. Este fenómeno se acentuó, más si cabe por la consolidación de los medios urbanos ante la falta de expectativas que se estaban dando en el medio rural por la paulatina desagrarización y por la creciente falta de oportunidades.

– Además debe de tenerse en cuenta los cambios generales en las pautas de fecundidad, ocurridos desde mediados de la década de los setenta y que contribuyeron a reducir todavía más las tasas de natalidad.

La evolución seguida en todo el ámbito geográfico analizado ha sido la de incrementar notablemente sus tasas de envejecimiento entre 1981 y 2001. Mientras que para la primera fecha el envejecimiento afectaba al 22,3% de la población, para el año 2001 este valor se había incrementado hasta el 29%.   (…) El problema del envejecimiento es muy importante por su significado económico, al tratarse de la población que deja el periodo laboral, además del deterioro físico progresivo que lleva a la necesidad de incrementar determinados servicios sanitarios y asistenciales (GOZÁLVEZ, 1987: 60).

(….) La característica común a todos los municipios es la de tener unas elevadas tasas de envejecimiento, con las consecuencias futuras que ello puede tener para los municipios rurales, ya que la estructura demográfica determina, por ejemplo, que los saldos naturales en un futuro continúen siendo negativos. Situación que realmente no cambiará si no se produce una regeneración demográfica por rejuvenecimiento de la población. Situación que, para ser posible, debería producirse por la llegada de población joven, que a su vez podría incrementar los nacimientos y compensar de este modo las elevadas tasas de mortalidad. El elevado grado de envejecimiento determina tasas de dependencia muy elevadas que denotan el fuerte desequilibrio entre una población envejecida y la escasa proporción de los grupos de población en edad activa, situación complicada desde el punto de vista social por la dificultad de garantizar el cuidado de las personas de mayor edad, así como del desarrollo socioeconómico de los municipios.

Por otro lado, la situación socioeconómica por la que pasan estos municipios es determinante para comprender las pautas que se seguirán en un futuro. En este sentido, al igual que en la cuestión demográfica, parece que el tradicional estancamiento socioeconómico, se intenta superar con muevas iniciativas para dinamizar la economía del medio rural. Las recientes iniciativas en relación con el desarrollo rural, sin duda, son fundamentales para vertebrar territorialmente este espacio y permiten la creación de nuevas potencialidades que deben de ayudar a la mejora demográfica de los municipios rurales de la «Montaña de Alicante»  (….)

En definitiva, el desarrollo de los municipios rurales debe basarse en la puesta en valor de lo propio, permitiendo y favoreciendo la llegada «racional» de nueva población y, todo ello, en relación a los nuevos procesos generados a partir de la revalorización del medio rural».

LIBRO DE MATARREDONA

El fenómeno del despoblamiento en la Montaña alicantina es bien descrito por Enrique Matarredona en su trabajo «Atonía y agotamiento demográfico de la Montaña alicantina» (1995): 

“Gran parte del territorio de La Montaña se despuebla a ritmo alarmante; a lo largo del siglo se estima una reducción global del 28,1%, si bien se aprecia una cierta estabilización desde 1975, en consonancia con un éxodo rural que muestra un ritmo más atenuado desde los años ochenta, coincidiendo con la crisis industrial. Con todo, el fuerte proceso migratorio de épocas precedentes se ha traducido en un cierto desequilibrio demográfico, puesto de manifiesto tanto en los índices de masculinidad por grupos de edad, como en la configuración de unas “pirámides de edad”, de tipo hongo o urna, que reflejan el comportamiento de una población tremendamente regresiva, conducente a una situación en la que las poblaciones —privadas de generaciones en edad fecunda— están entrando en un alarmante proceso de agotamiento biológico, al ser incapaces de asegurar su propio reemplazo”

Crecimiento demográfico exiguo (1900-1950)

En la primera mitad del siglo XX, el crecimiento vegetativo de la población en La Montaña es pequeño, en consonancia con unas tasas de natalidad bajas (inferiores a las españolas) y unas tasas de mortalidad elevadas (sobre todo, las de mortalidad infantil). Esta situación viene, entre otras causas, a ser reflejo de los problemas acarreados por la guerra civil y las carencias económicas de la postguerra, que representan un gran trauma demo-gráfico, no sólo en La Montaña, sino también a nivel nacional; trauma que justifica que la recuperación vegetativa de la población no comience hasta bien entrados los años cuarenta.

En cuanto a movimientos migratorios, hasta 1940, Cocentaina, Muro y otros núcleos menores (Beniarrés, Lorcha, Alquería de Aznar), concentraron un fuerte potencial industrial, sobre todo textil y papelero, que los convirtió en un foco de atracción para la inmigración, como hemos manifestado con anterioridad, hecho que pudo justificar el despegue demográfico de ciertos núcleos. Sin embargo, a partir de 1940 surgen nuevas áreas industriales (Elda, Crevillente, Ibi, Novelda) que ejercen una gran atracción demo-gráfica y, de algún modo, vienen a contrarrestar el poder de captación generado por los núcleos industriales de la comarca (JORDÁ, 1976).

En el período 1900-1950 la pérdida de población en La Montaña es progresiva, con un índice de crecimiento neto global del 92,5% frente al aumento demográfico de la provincia alicantina y de la propia Comunidad Valenciana, que reflejan índices del 134,8% y 145,3%respectivamente, en ese mismo período.

Aunque también es cierto que en el seno de la comarca, y considerando la evolución de los municipios delimitados en el presente trabajo, advertimos la polarización de la población característica de las áreas industriales, entre una minoría de municipios que la acumulan -Muro y Cocentaina incrementan la población censada a principios de siglo en 1.987 habitantes- y una cada vez más extensa área que la pierde; así los municipios “rurales” de La Montaña sufren una merma global de 6.017 habitantes en el período considerado.

-Declive demográfico en el ámbito rural (1950-1975)

Los veinticinco años que van desde 1950 a 1975 vienen marcados por el despegue económico y la explosión demográfica de los “sesenta”. El gran crecimiento de población, a nivel general, que se produce en este período, es una consecuencia directa del desarrollo económico basado en el sector industrial y turístico que lleva consigo un cambio de un nivel de vida bajo a unas cotas de bienestar en continua progresión. A pesar de esto, si consideramos la comarca de La Montaña en su conjunto, observamos en estos años pérdidas de población muy importantes, con un índice de crecimiento neto del 84,3% en el período 1950-75, frente a las tasas de la provincia y de la Comunidad, expresivas de una expansión demográfica que es una realidad. Ahora bien, el proceso evolutivo es bastante semejante al período anterior, puesto que la “zona industrial” de la comarca, en la que se incluyen Cocentaina, Muro y Benilloba, mantiene en esta época un crecimiento moderadamente alto (137,6%), pero muy relativizado por la creciente y espectacular pujanza de las comarcas litorales de la provincia e incluso de otras del interior, de más reciente industrialización (Foia de Castalla y los valles del Vinalopó).

Por otro lado, en esta fase, la polarización de municipios que se producía en la primera mitad del siglo se acentúa; así, en la inmensa mayoría de los núcleos rurales, la pérdida de población desde 1950 es vertiginosa, mucho más acentuada que en la etapa anterior; muchos de ellos llegan a perder más de la mitad de la población, Alcolecha (49,3%), Benimasot (47,9%), Guadalest (47%), Vall de Alcalá (45,6%), entre otros. Todo ello viene a traducirse en una regresión del ámbito rural de La Montaña evaluada en un 62,9%.

Es decir, La Montaña, con la expansión de los “sesenta”, queda rodeada por áreas de fuerte atracción demográfica, —el área industrial alcoyana y el sector turístico litoral—que van a tener su manifestación más clara en importantes pérdidas de población, o trasvases migratorios propios de los años setenta.

En este sentido, un rasgo característico de la década de los sesenta y la siguiente son los movimientos migratorios. En el ámbito de La Montaña, las emigraciones al extranjero no son lo más frecuente, aunque se producen salidas a Francia, Suiza, Alemania y Estados Unidos. Lo habitual es que se emigre a las zonas industriales más próximas (Alcoy, Ibi, Jijona, Alicante).

Por otro lado, la inmigración que se produce en la comarca durante esta época, se concentra básicamente en Cocentaina, Muro, y, en menor intensidad, en Alquería de Aznar y Benilloba. La mayoría de los inmigrantes provienen de municipios rurales vecinos, aunque los foráneos a la Comunidad Valenciana son también importantes.

-Dinámica demográfica en relación con la crisis industrial (1975-1991)

Este período supone la consolidación de los núcleos industriales de La Montaña (Cocentaina y Muro), mientras que Benilloba y Alquería, que ya habían comenzado a declinaren la primera mitad de siglo, confirman su decadencia y pierden población a partir de 1970; el primero, ligado a los avatares de su industria textil, y el segundo, relacionado con la crisis de la industria del papel (BOTELLA, 1981).

La crisis del petróleo, desencadenada en la década de los setenta, provoca una depresión económica general, que tiene su repercusión en la industria textil comarcal, que entra en la etapa de mayor decadencia relativa desde el siglo XVIII (JORDÁ, 1976). Esta situación coyuntural determina la desaceleración del crecimiento demográfico de los municipios “industriales” de La Montaña; así, municipios progresivos o que mantenían su población, como Benilloba o Alquería de Aznar se muestran regresivos, el contingente demográfico de Cocentaina queda prácticamente estancado y sólo Muro presenta un cierto crecimiento (BOTELLA, 1981).

Las circunstancias económicas apuntadas originan en esta época importantes cambios en la dinámica demográfica de la comarca. En efecto, las pérdidas de población que se venían produciendo en La Montaña desde 1900 de una forma continuada, se detienen en1981, con un índice de crecimiento neto, desde 1900, del 72,5%, y comienza una leve recuperación global, mostrando La Montaña en 1986 un índice del 72,7%. La interpretación de este fenómeno se justifica al analizar las tasas de emigración a nivel municipal del período 1976-1986, en las que observamos un conjunto de municipios en los que la emigración ha sido muy escasa en ese década: Alcolecha (-0,5%), Alfafara (-1,6%), Benimantell (-0,6%), Benimarfull (-2,8%), Gorga (-1,2%), Lorcha (-3,2%) y Torremanzanas (-4,6%); al tiempo que en otros, además de Muro y Cocentaina, se detectan tasas migrato-rias positivas, tal es el caso de Beniardá (1,4%), Benifallim (0,6%), Benillup (17,4%), Millena (7,5%), Guadalest (9,4%), Vall de Gallinera (0,3%) y Vall de Laguart (1,9%),entre otros.

Es indudable que el proceso está relacionado con la escasa demanda de mano de obra en el área industrial, que ha provocado un frenazo a la emigración, así como con el retorno de los obreros que han perdido su puesto de trabajo en la industria y regresan al lugar de origen para volver a cultivar sus tierras. A pesar de ello, aún queda un buen grupo de municipios en los que la sangría emigratoria es profunda en este período: Almudaina (-15,7%), Alquería de Aznar (-18,2%), Benichembla (-19,3%), Bolulla (-33,6%), Facheca (-18,7%), Famorca (-47,1%), Penáguila (-24,8%), Planes (-21,6%), Relleu (-16,3%), Tárbena (-23,6%), Tollos (-21,5%) y Vall deEbo (-20,3%), singularizan este comportamiento. (…)

En La Montaña se observa un predominio de hombres (tasas de masculinidad superiores a 100,0) en los grupos de edad comprendidos entre 15 y 59 años. No se puede pensar que esa alta masculinidad —que en los municipios rurales está más acentuada— se deba a un tipo de éxodo que haya afectado sólo a las mujeres. La emigración ha estado protagonizada por ambos sexos; no obstante, todo parece indicar que el sexo femenino ha emigrado en mayor proporción, proceso motivado tanto por la propia estructura de las explotaciones como por el modo de vida, fundamentado exclusivamente en actividades agrarias, que ofrecen escasas posibilidades de empleo a la mujer. A ello cabría añadir el desarrollo turístico del litoral (Altea, Benidorm, Villajoyosa) que han podido ofertar pues-tos de trabajo femenino en el sector servicios, así como la influencia del textil del ámbito alcoyano. (…)

En conclusión, de cara al futuro, es previsible una acentuación del envejecimiento y, presumiblemente, del agotamiento biológico que ya se ha iniciado en algunos municipios, según puede deducirse del fuerte estrangulamiento que presenta la base de la pirámide. Son las nuevas generaciones vacías, correspondientes a los descendientes de los que protagonizaron la migración de los años sesenta y setenta. Es decir, nos encontramos aquí con la consecuencia de tipo estructural derivada de la fuerte emigración: el descenso de natalidad debido al envejecimiento resultante del éxodo rural; aunque sin duda, también ha actuado, para provocar el estrechamiento de la base, el mero comportamiento de las jóvenes parejas en el control de natalidad.

Es decir, la exigüidad de las cohortes en edad fecunda y el nuevo comportamiento biogenético de la población han provocado un vertiginoso descenso de la natalidad, al mismo tiempo que la mortalidad se ha incrementado a causa del fuerte envejecimiento, lo que ha llevado a un crecimiento natural muy débil, cuando no de signo negativo. Se está llegando, por tanto, en estos municipios, a una situación en la que las poblaciones, privadas de las generaciones en edad fecunda, están entrando en un alarmante proceso de agotamiento biológico, al ser incapaces de asegurar su propio reemplazo».

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