051. CITAS DE FAMORCA (03)

41. Martí Gadea. Tipos, Modismes i Còses rares i curioses. 

Martí Gadea, aún sacó otro libro en 1906 que se llamaba “Tipos, Modismes i Còses rares i curioses de la tèrra del Gé”, y aquí todavía sigue criticando a Famorca y a todos los pueblos de alrededor, saliendo especialmente mal parados los de Castell de Castells. Va contando historias de los pueblos y contaré alguna, por dura que sea:

“El mercat de Famorca. Es molt celebrát desde antich en tota la vall de Çeta, juçgat de Cocentayna, pero no té de mercat més qu´el nòm, perque´s un poblet com el puny y allí no s´acòsta una rata, á no ser en les festes de Sen Gaetano. Lo qu´es qu´els pòbles de baix han volgut sempre guasejarse en ell, y ja á mijant del sigle dènau el tío Camba, de Balones, solía adormir a la sehua neteta cantorrujant: 
“A la mehua Catalinagna, en anar s´ahuelo al mercat de Famorca, li comprará una siná de gats y gates”
Com á còsa, puix, curiosa y que revèla el carácter humoristich dels nòstres vells, li doném así cabuda, afegintli esta cansó. 
“Eixe mercat de Famorcaes còsa d´algún guasó,puix ni existix ni ha existitmés qu´en la imaginació”.
Y ja sabém tots lo que sòl ponderar y remontar les còses quant ella está de tava y li pega per bromejar. No debáes descendím dels mòros, que son mestres consumats en eixa matèria”

Traducción:“El Mercado de Famorca: Es muy celebrado desde antiguo en todo el valle de Seta, juzgado de Cocentaina, pero no tiene de mercado más que el nombre, porque es un pueblo como el puño y allí no se acerca una rata, a no ser en las fiestas de San Cayetano. Lo que pasa es que los pueblos de abajo han querido siempre guasearse de él, y ya a mediados del siglo XIX, el tío Çamba, de Balones, solía dormir a su nieta canturreándole: “A la mehua Catalinagna, en anar s´ahuelo al mercat de Famorca, li comprará una siná de gats y gates.” Como es cosa curiosa y que revela el carácter humorístico de nuestros viejos, le damos cabida aquí, añadiéndole esta canción: “Eixe mercat de Famorca, es còsa d´algún guasó, puix ni existix ni ha existit, més qu´en la imaginació”
(Ese mercado de Famorca es cosa de algún guasón, pues ni existe ni ha existido mas que en la imaginación)
Y ya sabemos todos lo que suelen ponderar y remontar las cosas cuando están cuando la cosa “está de taba” y le da por bromear. Con razón descendemos de los moros, que son maestros consumados en esa materia.”

En la obra “Ensisám de totes herbes”, Martí Gadea lo decía de esta forma:

M. Sanchis Guarner en «Folklore Geogràfic de la `Comarca d´Alcoi» recoge este dicho que ya recogía Martín Gadea:

42. Sanchis Guarner

M. Sanchis Guarner en «Folklore Geogràfic de la `Comarca d´Alcoi» cita esta copla recogida en Benilloba y, también está en el libro “Els pobles valencianes parlen els uns del altres”, de Sanchis Guarner

“Benillup, Benimarfull,Benimassot, Billeneta,Balones, Quatretondeta,en Tollos, que beure vullc;Fageca, Famorca, vullc,en Benasau xiques guapes;Gorga, Benilloba i Aresper passar-m´en al Comtat,por Penáguila he passat”.
Esta canción la cantaban en Famorca para fiestas las personas de más edad a principios del siglo XX.
De esta canción, dice Corominas que jugando con la palabra “fa morca”, parece aludir a la sequedad de Fageca o bien a que en Fageca se vino de poca calidad. Corominas dice textualmente: “es como si dijera: parémonos en Tollos, porque quiero beber, y Fageca sólo hace “morca” (fa- morca), no da más que morcas, y sería pues una alusión al vino mediocre de aquellos viñedos que nombra Cavanilles”.

43. Sanchis Guarner. 

M. Sanchis Guarner en «Folklore Geogràfic de la `Comarca d´Alcoi» cita esta copla recogida en Benasau:

(También recogido por Parés i Puntas, 1999)

44. Sanchis Guarner

M. Sanchis Guarner en «Folklore Geogràfic de la `Comarca d´Alcoi» cita esta copla recogida en Benilloba:

45. Adolf Salvá

En el libro «De la Marina i Muntanya» de Adolf Salvá, 1988, aparece esta copla que se cantaba en los años treinta

46. Adolf Salvá

En el libro «De la Marina i Muntanya» de Adolf Salvá, 1988, aparece esta copla:

47. Sanchís Guarner

M. Sanchis Guarner en «Folklore Geogràfic de la `Comarca d´Alcoi» recoge este dicho: “En Fageca són garruts, en Benimassot, dotors; en Famorca, mallorquins, i en Tollos són xarradors”

48. Per estar amples

Otros dichos que se oían en el valle decían: “Per a estar amples, Famorca”, aludiendo a la poca población que siempre ha tenido el pueblo.

También dicen: “Allí qui no fa oli, fa morca”.
Bernat Capó, en 1980, hace referencia a este dicho.

50. Novela «Cara y cruz», publicada por Rafael Pérez y Pérez, en 1934.

51. Bernardo Capó

Artículo «Famorca, en las haldas de la Serrella» publicado en el Diario Información el 16 de febrero de 1958: 
«La calidad de su aceite tiene bien ganada fama.

Los tomates y pimientos en salmuera, especialidad de los famorquinos.

El viajero va a descubrirles un pueblo olvidado, oscuramente arrinconado en uno de los rincones más agrestes de la provincia. Uno ya conocía el rincón, pero guardaba celosamente el secreto de su existencia por aquello de que no le gusta que gentes extrañas vayan a turbar la tradicional calma que se disfruta en tan apartados lugares. El viajero siente por Famorca una extraña devoción que tiene su raíz en viajes anteriormente realizados y de los cuales guarda el mejor de los recuerdos. ¿Qué hay en Famorca que subyuga y atrae?. Sencillamente: soledad. Pero una soledad auténtica, hecha de silencios y luz.

Para llegar a Famorca uno tiene que enfrentarse, necesariamente,con la montaña. El camino es duro por donde quiera que se vaya. el pueblo defiende su retiro de miradas extrañas, escondiéndose entre los pliegues de montes abruptos. El viajero que ha estado varias veces en la población, conoce los dos únicos caminos que llevan hacia ella. Y recomienda el que partiendo desde Benisa deja Parcent a la izquierda, se adentra por Murla y sorteando Castell de Castells lleva a Famorca. Este, dentro de su dureza, tiene la la alegre nota del verde del valle de Pop y las pinadas primerizas de baja montaña. Porque el otro, el que uno ha conocido en su reciente viaje, es tremendamente inhóspito.

Desde Alcoy comienza uno a luchar con el paisaje yermo. El monte pelado y duro asoma en cada recodo del camino como obligando al regreso, erigiéndose en defensor de la secular calma de aquellos parajes. Los pueblos que van saliendo al paso se han dormido sobre la piedra que fueron edificados y es tal su identificación con la montaña que ofrecen la impresión de que han sido esculpidos en la misma roca. (…)

Famorca se encuentra balanceándose entre la Serrella y el Alfaro. La vida –el pueblo todo- está próximo al primero de los montes donde abunda la caza y donde el sudor de muchas generaciones ha conseguido abancalar tierras que apenas producen para subsistir. La muerte –el diminuto cementerio que ha estado varios años, aunque parezca paradójico, entre la vida y la muerte, porque allí no entraba nadie- está en el Alfaro, monte pelado al que el sol le da de lleno durante todo el día y del que no se saca ni un mal manojo de esparto. Famorca, para pasar de la vida a la muerte, tiene un puente (…) En Famorca se franquea el puente muy pocas veces. Las gentes llegan a muy viejas porque el ambiente es tan sano que les permite cosquillear al siglo. Los caminantes en vez de atravesar el portón se van por los atajos que ahorran muchas horas de tiempo y, aunque parezca increíble, fatigan mucho menos. Los famorquinos son grandes andarines. Cuentan por horas sus caminatas y jamás por kilómetros, medida esa que les confunde y les hace perder tiempo. A los de Famorca no les arredra la caminata que supone ir desde su pueblo a la capital, como no les arredra tampoco tener sus buenos sesenta años para ir de un lugar a otro. Los productos de su tierra los cargan en sus jumentos y anda que andarás, hasta el mercado más conveniente, aunque esté situado a veinte horas de camino.

El viajero, que ha ido en coche y quieras que no ha causado su pequeño revuelo, se ha metido en el pueblo por la parte de atrás, por donde está el lavadero público que reúne a unas cuantas mujeres en charla sustanciosa.

Allí ha dado las buenas tardes y como en las tragedias griegas el coro de mujeres le ha contestado al unísono. Luego, como ya se sabe el camino de memoria, ha subido por la pequeña escalinata que hay junto al paredón ruinoso de un viejo trinquete de pelota gruesa y se ha encontrado frente a frente a la Serrella. La montaña allí parece que va a hundir el pueblo, pero afortunadamente es sólo un fenómeno óptico sin graves consecuencias. El viajero, como tantas otras veces que ha llegado al mismo lugar, se han entretenido mirando el paisaje verde que hay pintado en las faldas de la Serrella y el otro de colores “chuela” (acero) hacia las hondonadas. (…)

El viajero dijo al principio del reportaje que tenía sus razones para sentirse placenteramente en Famorca. Uno cree que el lector, toda vez que ha sabido de este apartado rincón alicantino compartirá su entusiasmo siempre y cuando el lector sea un poco dado a la buena vida, esa buena vida que sólo se halla en los pueblos olvidados que conservan con toda pureza sus viejas costumbres, que disfrutan de la bienaventuranza que proporciona la tranquila soledad de los campos y la abundante y sana comida. Famorca tiene todo esto”.

52. Bernard Capó. 1980

Bernard Capó escribió en 1980 «Espigolant pel rostoll morisco» donde hablaba de todos los pueblos de la Comarca.

“Entre expulsions i guerres, entre senyors i virreis, les terres deixaren de ser verges i els homes persones. A un li agradaria que no s’oblidassen els fets que confi guren la història d’un país, d’una comarca o d’un poble, perquè el seu coneixement serveix per a prendre consciència de la pròpia personalitat”.(Entre expulsiones y guerras, entre señores y virreyes, las tierras dejaron de ser vírgenes y los hombres personas. A uno le agradaría que no se olvidasen los hechos que configuran la historia de un país, de una comarca o de un pueblo, porque su conocimiento sirve para tomar conciencia de la propia personalidad” 

(CAPÓ, Bernat – Espigolant pel rostoll morisc)

53. Bernard Capó. «Espigolant pel rostoll morisco» (1999)

“Famorca. La salmorra al fons. El viatger, caminant cap a Famorca, té companya i, per sort, simpàtica I parladora. Els dos plegats s´enfronten amb un bon grapat de quilòmetres, més o menys deuen ser vuit els que separen el poble del seu veí Castell de Castells, que és on s´ha iniciat la caminada. La marxa serà lenta per culpa del viatger, que tot ho vol veure i tot ho pregunta, i, també, perquè les cames d´un ja no estan per a aquests excessos. Tantamateix, sembla que per a la dona que l´acompanya, tot i que és una mica major, aquestes trotades són una cosa habitual, com ho són per als famorquins, la fama de caminadors dels quals està ben fonamentada sobre milers d´hores de potejar camins accidentats a la recerca de mercats on portar els modestos fruits del seu treball. I no hi ha mal que per bé no vinga, possiblement en això estiga el secret de tants anys com fan.

-No vaja tan apressa, senyora.

-És que no me n´adone, és el costum.
-Xe, seguesca vostè, que un ja arribará.
-No, home, no. L´espere.

La bona dona frena una mica el seu pas i aprofita la tranquil.litat per a enfilar l´agulla, cosa que al viatger, que és poc parlador, li ve de perles, perquè així pot mantenir-se en silenci, que és el que li agrada, i treballar fixant en la seua ment el queli van contant. I així s´assabenta que Famorca ha decaigut tant, que ja quasi no és poble; que les cases hi són, però no les gents.que sols hi resten uns quants vells, sans, això sí; que els pocs braços útils són els d´aquells que viuen tan apegats a la seua terra que se senten incapaços d´abandonar-la, malgrat que els camps són molt desagraïts a causa de tantes sequeres i de les nombroses roques que impedeixen l´aprofitament total dels bancals. I és que de tant d´esgarrapar les muntanyes, segle rera segle, les pedres han anat tornant a la superficie a milers. I a més, el poc que s´obté d´aquestes terres tan expremudes té un valor tan escàs, que a ningú no pot estranyar que les muntanyes tornen a ser el que foren.

-Mire vosté, els xiquets s´han quedat sense escola, l´església sense capellà i només tenim metge un parell d´estones a la setmana.

El viatger, més tard, ja a Famorca podrà comprovar que els xiquets, que no en són molts, han de caminar fins a Fageca, que està a una mica més de dos quilòmetres, per a tenir classe. Si la lletra amb sang ja no entra, sí hade fer-ho amb el gran sacrifici que suposa la lluita diària contra les inclemències del temps. Pobres xiquets de pobles empobrits.

Com una llegua abans del poble i segons s´avença cap a ponent, a la part dreta del camí, la serra comença a agafar un aspect cadavèric. Les nombroses coves semblen conques buides de cossos enormes. El viatger s´atura i la seua companya n´endevina el motiu.

-Aquestes coves, segons diuen, són del temps dels moros.

-És clar, és clar.

Per la comarca tot sol ser del temps dels moros. A ningú no se li passa pel cap de pensar en la possibilitat d´altres pobladors anteriors. I això que n´hi hagué. Si més no, gent de pas. I qui passa, s´hi pot quedar. No és aventurat de suposar –i si ho és demanem perdó- que per aquests llòcs passaren els exèrcits d´Aníbal camí de Roma, en aquella gegantina expedició de què ens parla la història. Va estar a Elx i consta que allí morí Amílcar, son pare. Sembla que també passà per Altea, encara que els historiadors no s´han posat d´acord a situar degudament la ciutat dels olcades que conquistà el general cartaginès dos-cents anys abans de l´era cristiana. El que sí és ben cert és que partí des de Cartagena cap a la seua meta. I com que per algun lloc havia de passar no resulta desgavellada la idea de suposar que aniria avençant per aquells llocs en què l´aigua fos abundant, ja que havia de proveir tot un exercit i cents de cavalls i els elefants. I que, passat el Guadalest, s´endinsés a la recerca del gran corrent del Xaló per a seguir fins a la vall del Girona. I així fins a atènyer el Serpis i, més amunt, el Xúquer. De riu en riu fins a Sagunt, que alli el riu fou de sang. El viatger ni traça ni deixa de traçar uns limits per al passat, sols apunta una hipòtesi sense cap rigor històric, és clar.

Però tornem als moros, que per a això caminem. La veritat és que estigueren tant segles naixent, vivint i morint per aquí, que tingueren temps de sobres per a fer tot el que se´ls atribueix i més encara. Una de les coses de més bon sabor que vàrem heretar dels àrabs –o potser dels cartaginesos? – és, sens dubte, la salmorra. I sembla que a Famorca quedà ben sedimentada la tècnica perquè, el viatger, que ha trobat molt per aquestes terres, afirma ben clarament que la d´aquest poble muntanyenc és la millor de totes les que ha provat al país. I a més, que la dona famorquina posseeix fins a tal punt el secret de la seua elaboració, que no se li escapa ni un gram de sal, ni una gota de vinagre de més. I així is la salmorra. És clar que també compten amb una aigua molt bona i un clima idoni perquè el seu èxit siga total. Per aquests llocs la salmorra per antonomàsia és aquella que podem anomenar vegetal i en la seua solució es mantenen –amb tota la seua duresa primigènia i amb un nou i excitant gust que té la virtut de posar en estat de guerra els sucs gàstrics- els pimentons, les tomaques, les penques de card i les “cornetilles”. I no és sols de salmorra l´herència, també ens deixaren cents d´oliveres, moltes de les quals segueixen donant fruits i ombra, igual que abans serviren de manteniment i sopluig als qui amb el seu esforç feren possible la seua creixença i arrelament. I ja que d´oliveres es parla, el viatger deixa anotada l´anècdota. Hi ha tantes oliveres al terme famorquí que les gents de la comarca, que no és que se les donen d´etimologistes, han trobat una feliç solució per als orígens del nom del poble: “Allí qui no fa oli, fa morca”. Fa: fa. Morca: solatge de l´oli. Famorca. La imaginació popular, una vegada més, reemplaça les llacunes de la història, o el seu desconeixement, amb la seua agudesa. I bateja amb gràcia.

Amb l´arribada al poble s´acaba la xerrada, no sense que abans la perspicaç companya del viatger li indique la forma de trobar el lloc apropiat per a tastar les botifarres -que també cal apuntar a l´arxiu gastronòmic- i la salmorra d´aquest poble. I un el troba. I es despatxa al seu gust amb el menjar meitat cristià, meitat morisc. És la pau que ha arribat per via de l´estómac.

Mentre camina pels carrers de Famorca el viatger espera de trobar un senyal, un detall, alguna cosa que recorde l´heroi local, que n´hi hagué un i de cert relleu. Però res. Cap consistori municipal no s´ha preocupat per retolar, almenys, un carrer, modest o principal, amb el nom de qui lluità valentment i capitanejà, sense èxit, la revolta dels llauradors durant els desgraciats dies de la Segona Germania. El viatger es refereix a Agustí Massanet, que en l´any 1693 tingué el valor d´enfrontar-se al Duc de Gandia, el qual, des de la seua privilegiada posició de poder, espremia les gents dels seus senyorius fins a límits insospitats. Des de la definitiva expulsió dels moriscos les cartes-pobla constituïen l´arma manejada pels senyors contra els soferts camperols. Massanet fou un dels primers que es rebel.là contra les injustes demandes. El seu origen, la seua raça, no està ben definida, però el seu gest quedà ben patent. Massanet pot ser fos fill de repobladors. El seu cognom ofereix certa confusió car entre els moriscos era freqüent el de Maysaret, que amb el temps pogué sofrir la natural transformació i produir l´equívoc. I no hem d´oblidar que amb el decret d´expulsió restaven a la zona més de dosmil xiquets menors de set anys amb permís de residència. En qualsevol cas, moro o cristià, tant se val, va ser un home honrat i un autèntic heroi que en els dies cruents de la revolta aconseguí de formar un bloc de més d´un miler d´homes que units als qui arribven des de distints llocs de la comarca , s´enfrontaren a les tropes ducals prop de Cella de Núñez on foren pràcticament anihilats. Els precs al rei i al virrei no foren escoltats. La situació s´agreujà i Agustí Massanet va passar a la presó fins que la calma tornà a les terres i pobles dels senyors.

El desé Duc de Gandia, que aleshores era Pasqual Francesc Borja, de la família del Sant i dels Papes, a més d´avortar la insurreció, imprimí tal ritme als delmes que les gents no pogueren aixecar el cap i de pobres passaren a paupèrrims. El seu successor, amb el número onze, fou Lluís Ignasi de Borja, que si bé no dispossava ja de molta força comptà amb l´ajuda de la trista batalla d´Almansa, car les comarcans que, lògicament, estaven en contra dels Borbons, es trobaren amb una nova derrota que acabà amb la seua ja dèbil resistència. Entre expulsions i guerres, entre senyors i virreis, les terres deixaren de ser verges i els homes persones. A un li agradaria que no s’oblidassen els fets que confi guren la història d’un país, d’una comarca o d’un poble, perquè el seu coneixement serveix per a prendre consciència de la pròpia personalitat, Però tot queda en illusió, car l´apatia es generaltza i s´ensenyoreix dels esperits com la mala herba es fa l´ama dels camps. Això pensa el viatger.

I pensarós is del poble i travessa el pont que uneix les dues vores del riu que va a ser, i que abraça la vida i la mortdels famorquins perquè en una vora es viu, es lluita i es pateix i, en l´altra, entre pedres i arbres, es descansa per a sempre. Al viatger, aquest curt espai que serveix d´enllaç entre el viure i la mort li recorda el passadís venecià que travessaven els condemnats entre sospirs. Allà s´anava a la recerca de l´eternitat amb les pròpies forces, si és que en quedaven. Ací el camí es fa a muscle d´amics i els sospirs es converteixen en llàgrimes que vessen els parents sobre el llit sec d´un riu que va perdre la seua identitat i no troba ja el camí de la mar”.

54. Rafael Escobar

Rafael Escobar escribió “L’últim muetzí” y “Les veus de la vall”, publicadas en 1994 y en 2000, , donde la acción ocurre en Famorca y en los pueblos de alrededor.

En la novela “Les veus de la Vall”, imagina que un tal Ibn Moussa, tintorero de la Vila de Muro escribía sus memorias, y, al citar a Famorca escribía: “….entre les muntanyes de la Serrella i d´al-Faro, allí on s´assenta l´aldea de les Morques…”

En “Les veus de la Vall”, ambientada en el S. XVII, el argumento es el siguiente: 

“La acción se sitúa en los años siguientes a la expulsión de los moriscos. El marco geográfico es la Vall de Seta, donde los pueblos del valle y las personas son protagonistas del argumento, con una Gorga amurallada, capital de la Gobernación cristiana y unas aldeas vaciadas de moriscos que comienzan a ser lentamente repobladas por familias mallorquinas. Un día, Tomás Alzina, hijo del gobernador de la Vall, conoce a la hija de Bernat el Malacara, uno de los colonos de Famorca, y todo su mundo de seguridad comienza a tambalearse. En un escenario cerrado, vapuleado, duro, donde el pasado reclama la presencia, los dos jóvenes viven una relación amenazada por pasiones y circunstancias que escapan a su control”. 

Artur Quintana hace una recensión de «Les veus de la Vall»:

«Les veus de la vall consta de tres parts. La primera, que va de les pàgines 9 a la 43, són els fragments de les memòries d’Ibn Moussa, de la vila de Muro, de la Xarquia, datades a Tunis devers l’any 1658 on es descriu com l’any 1609 tropes cristianes fan un carnatge –aquest és el títol dels fragments– entre els moriscs de la Vall de Seta, a l’actual comarca del Comtat, quan anaven a embarcar a Dénia cap a l’exili. Els fets tenen lloc vora la vila de Fageca. La segona part, molt extensa, comprèn fins a la pàgina 235 i té un total de quinze capítols. Llevat del primer on s’hi conta la infantesa de Tomàs Alzina, de Gorgos, fill del governador de la Vall de Seta en els anys immediatament posteriors a l’expulsió dels moriscs, la resta de la narració passa en poc temps, quan aquest Tomàs té quinze anys, cap al 1620.

Tomàs troba Caterina, una mallorquina que amb els seus pares ha vingut a repoblar les terres que els moriscs havien hagut d’abandonar. Els dos joves s’enamoren. Un dia Tomàs se sent atret per unes veus, com un cant islàmic, que semblen venir de dalt dels cingles de la Serrella, que tanquen pel sud la Vall de Seta. Tomàs s’hi enfila i es troba enfront d’un morisc Ibrahim Ibn Muley, deixeble del darrer ulema de Benilloba, que s’hi ha refugiat des que, malferit, va poder fugir de la matança de Fageca, deu o dotze anys abans. Un capítol és dedicat a contar la història d’Ibrahim. Tomàs, a través del que li explica aquest morisc, i per una conversa posterior amb el governador de la Vall, sabrà que el governador és realment el seu pare, però la seva mare és Meriem, una morisca assassinada llavors de la matança de Fageca l’any 1609. El governador el va salvar, quan era un infant de quatre o cinc anys, recollint-lo ferit vora de la seva mare morta. En llargs capítols és descrita la lluita interna de Tomàs entre la fidelitat al món cristià o al morisc –Tomàs es preguntarà: “Però quin és realment el meu arbre?”–, així com també la vida de Caterina i els nous colons de les Illes en unes valls on ja es va apagant el record de la presència morisca. Els amors entre Tomàs i Caterina continuen. Aquesta n’espera un fill. Bernat, el pare de Caterina, que de sempre s’ha oposat a les relacions de la filla amb Tomàs, en adonarse de l’embaràs, embogit, prepara una emboscada al xicot quan aquest baixa de la Serrella, on ha parlat amb Ibrahim Ibn Muley, el solitari morisc refugiat, per segona i darrera vegada. Poc després d’aquesta separació Ibrahim es precipita en el buit des dels cingles de la Serrella. Tomàs arriba al peu de la serra i cau en l’emboscada de Bernat que el mata i fereix Caterina que en sentir crits havia vingut corrents. Un soldat que havia de protegir Tomàs mata d’un tret Bernat. Enmig d’aquest carnatge, a tocar de Famorca, que recorda evidentment la matança de la primera part, s’acaba sobtadament el text per donar entrada a un breu Epíleg possible, o tercera part, que se situa als nostres dies. Alberto Landete, un castellà de la Manxa, capatàs d’una empresa que està construint a la Vall de Seta una urbanització, explica el que pensa sobre els valencians i la seva llengua. Apareix també un treballador algerí, Haroum, que conserva com una relíquia una clau que ha anat passant de pares a fills. Es tracta de la clau de la casa d’At Rabatil, de Travadell a la Vall de Seta mateix on ara es troba, casa que fou dels seus avantpassats, sense que ell, ni ara ni mai, arribarà a saber-ho. Haroum amb la pala excavadora és a punt d’arrencar una palmera que creix al costat d’una alzina, quan un xàfec terrible no li deixa continuar la feina. La palmera havia estat plantada quatre-cents anys abans per Tomàs complint un desig d’Ibrahim, i l’alzina per Caterina. El xàfec sobtat salva per un poc temps la vida dels dos arbres. L’endemà la destrucció haurà de continuar. Així acaba l’epíleg i la novel∙la tota».

55. Les filles del tío Furrier de Famorca

En el libro «El buscador de contes», escrito por Jordi Raül Verdú, publicado en 2015 por Ediciones Bromera aparece el cuento titulado «Les filles del tío Furrier» , con referencia a Famorca.

56. Una poesía

Gloria Moll Vidal, famorquina de nacimiento, en “Evocación a Famorca” publicado en el Programa de fiestas de Famorca de 2001:

“Cases ben blanques,
balcons i reixes,
fúcsies i geranis
que el cor alegren.
Volta redonda, 
fresqueta volta,
baix de la qual
acordellava l´home
i cosia la dona.
Font de baix
que el llavador emplena
i font de dalt
d´aigua més freda.
Esglesieta menuda
i de fe molt plena
al seu patró
que el poble venera.
Era que baties
el forment de la terra,
i a les festes acollies
música, ball i dansa.
A l´ombra de Serrella,
majestuosa muntanya,
d´escarpades penyes
i d´atracció estranya.
Allí et trobes tú,
aldeeta meua!
Aldea que enyore,
aldea que plore.
Rep les meus llaors,
besos, abraços i amors
que humil et dóna
una oriúnda teua 
que més que voler-te 
t´adora”.

57. Fageca i Famorca

«Fageca és un municipi situat a la Vall de Seta, entre les serres d’Alfaro i la Serrella. El terreny és muntanyós i amb altituds bastants notables ja que pel nord-oest penetra la serra d’Alfaro, que presenta una altitud de 807 metres. El sud del terme està ocupat per la Serrella amb les altituds de Matxes, amb 889 metrres i el Pla de la Casa amb 1.378 i és de pendents molt pronunciats. Pel nord-oest i en direcció est-oest corre el riu Seta al qual aflueixen els barrancs de Ginebrar, dels Moros, Bau i Alfaro. En el terme naixen algunes fonts, entre les quals destaquen la del Rei, Davall, i de les Dues Fontetes. Sol nevar amb freqüència durant els mesos d’hivern. La superfície no conreada del terme està ocupada per pins i mont baix. Els conreus principals són: oliveres, ametllers i cereals. Hi ha dues hectàrees de terra de regadiu en què es conreen hortalisses. El poble està edificat en el vessant sud de la serra d’Alfaro. La població, depenent econòmicament d’una agricultura de secà, ha emigrat cap a nuclis industrials pròxims, actualment té uns 90 habitants. 

La parròquia està dedicada a l’Esperit Sant i pertany a l’Arxiprestat de la Serrella.

La població és d’origen musulmà, pertanyé després de la fundació del Regne de València, al marqués de Guadalest. Era annex de l’església de la vall de Seta i fou erigida en parròquia en 1574, tenia aleshores 22 cases de moriscos i se li donà com a annex Famorca. Aleshores es construí l’església, i en ser de proporcions xicotetes fou ampliada en 1745. És d’ordre compost i i el seu altar major, renaixentista. Celebra festes patronals al Santíssim Sacrament, la Mare de Déu dels Dolors i Sant Francesc Xavier el darrer diumenge d’agost i dies següents. 

Famorca es troba situat a la vall de Seta. La superfície del terme és muntanyosa, està accidentada i té al nord per la serra d’Alfaro i al sud per la Serrella. La superfície no conreada està ocupada per pinars i mont baix on es troba romer, timonet, sàlvia i altres herbes medicinals. El poble es troba en el vessant sud de la serra d’Alfaro. Durant el passat segle disminuí notablement la seua població, actualment té uns 60 habitants. La seua parròquia té per titular a Sant Caietà i pertant a l’Arxiprestat de les Valls de Pego. 

Formà part de la baronia de Guadalest, que se li va concedir a Hug de Cardona. Posteriorment passà als Palafox, marquesos d’Ariza i per últim als Arteaga, ducs de l’Infantat. Fou annex de Fageca, fins ell 29 de desembre de 1953 que es va constituir en parròquia autònoma. L’església es va construir a finals del segle XVI, essent reconstruïda en 1912. Celebra les festes patronals a sant Caietà el 7 d’agost». (Mesvilaweb, 2010) 

https://blocs.mesvilaweb.cat/valldalbaidi/?p=164737

59. Una extraña descripción de Famorca

Descripción que hizo Rafael Coloma en el año 1957, en su libro “Viaje por las tierras de Alicante”:

“Ni un alma en la carretera a quien decirle buenos días. Cerca de Facheca le pasamos delante a un carro desvencijado del que tira un asnillo. Empujan el carro marido y mujer, viejos ya, buhoneros que van por estos poblados de Dios ganándose como pueden el pan. Facheca y Famorca, dos pueblos encajonados entre Alfaro y la Serrella, negros ambos de tanto mirar las peñas. Casas de adobe, sin jaharrar apenas, bardas en las tapias de los corrales, tejados oscuras. Sus gentes abancalaron hasta donde pudieron barrancos y montes. Pero los campos de la cañada, secano todo, pedregal puro, están ya cansados. Poco a poco emigran los suyos. Quien pudo compró un camión y se dedicó al transporte. El ruido de la moto atrae en ellos a todo el pueblo. Las mujeres asoman curiosas en los quicios de las puertas. Los chiquillos bajan saltando de gozo las escalonadas callejas. Y los hombres, despacio, callados, se aproximan al viajero. Al partir leo en los ojos profundos de una moza un adiós melancólico y triste».

60. Festeros . 2022

«Como sabéis la mayoría de nosotros vivimos gran parte del año lejos de Famorca pero eso no significa que no tengamos el pueblo presente todo el año. Para nosotros volver cada verano es regresar al paraíso. No concebimos un verano sin los viajes en coche para llegar a Famorca (a veces de muchas horas), sin la emoción del reencuentro y sin la alegría de las fiestas.  Porque al final hemos crecido jugando juntos en las calles y en los bancales de Famorca, saliendo disparados por las mañanas y volviendo solo a coger un bocadillo cuando caía la tarde (y porque nos obligaban nuestros padres), “cayéndonos” al lavadero, viendo las lluvias de estrellas en toallas de playa, planeando excursiones donde solo a veces llegábamos al destino y, sobre todo, disfrutando de todo lo que tiene que ofrecer nuestro pequeño paraíso escondido. 

Por eso nos hace tanta ilusión la oportunidad de devolver un poco al pueblo, que nos ha dado tanto, colaborando con el ayuntamiento para organizar unas buenas fiestas. Especialmente después de los años extraños que hemos pasado, estas fiestas son por fin el reencuentro y las esperamos con una emoción especial. No os vamos a contar las ganas que tenemos, porque creemos que son compartidas por todos. Solo nos queda decir: ¡Felices fiestas y a divertirse con “coneiximent”

Un fuerte abrazo de los festeros.

Sara, Irene, Berta, Edu, Josep, Rafa y Paula«.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *